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Muere Romualdo Alvargonzález Figaredo: Naviero y eminente empresario gijonés

Su personalidad, sin ser arrolladora, te atraía por su bondad, humildad y exquisita educación

Estanislao Pery

Acaba de dejarnos Romualdo Alvargonzález Figaredo, Ruma para todos. Oficial de la Armada, naviero y empresario. Tres facetas en las que seguía la senda y ejemplo de su padre Juan Alvargonzález González de la Buelga, y puedo decir que siendo difícil creo que lo ha superado. En sus años en la Armada demostró sus virtudes humanas y castrenses, y sobre todo su ejemplo, que perdura muy vivo en todos con los que compartió destino.

Su vinculación con la Armada permaneció, compartiendo vivencias y fomentando los encuentros con sus compañeros. Además, a través de la Fundación Alvargonzález proporcionaba becas a los alumnos de las diferentes escuelas de la Armada, siendo para él un inmenso honor recibir la Gran Cruz de Mérito Naval.

Al incorporarse al mundo naviero y empresarial puso en práctica sus muchas virtudes y junto a sus hermanos amplió notablemente las empresas y negocios de la familia. Su entrega al trabajo era total, sin pereza alguna, bien es verdad que ayudado por lo mucho que le gustaba el mundo naviero y empresarial.

Hombre de costumbres sencillas y apasionado de la naturaleza, amante de la pesca y la caza. Precisamente lo hemos perdido de forma repentina en un desgraciado y fatal accidente de tráfico, cuando se disponía a disfrutar de una jornada de caza. Su personalidad, sin ser arrolladora, sin embargo te atraía por su bondad, humildad y exquisita educación. No he conocido a ninguna persona que aglutine tanta unanimidad al aclamar sus virtudes.

Todos los que tuvimos la fortuna de ser compañeros en la Armada, los que lo trataron en asuntos profesionales y sus amigos lo definimos como alguien excepcional, sin aspavientos, sin pretensiones, sino con las virtudes sencillas de una buena persona.

Las buenas personas dan tanto, casi sin enterarte, que ahora que no lo tendremos a nuestro lado vamos a notar un gran vacío. Lo hemos perdido de nuestro lado de forma repentina, pero su memoria permanecerá y creo que nos costará mucho tiempo olvidar lo mucho que nos dio.

A toda su familia, de la que se sentía tan orgulloso, y, muy especialmente, a su hija Pilar, todo nuestro apoyo y cariño. Ella sabe el maravilloso ejemplo que ha sido su padre para ella y para muchos que tuvimos la suerte de tenerlo como amigo y compañero.

Descansa en paz querido Ruma y gracias por habernos dado tu sincera amistad.

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